Luz y oscuridad
Somos luz y oscuridad. Cada ser tiene el potencial de emitir luz pero también tiene el potencial de extinguir cualquier atisbo de luz que se le acerque. Supongo que esto forma parte de la incomprensible complejidad de lo que somos, comenzando porque no tengo la más remota idea de lo que somos.
Rousseau o Hobbes
Si me apoyo en la premisa de la no maldad, y me estoy refiriendo con esto a que una acción o palabra determinada no tenga como finalidad causar daño o dolor a otro ser, debo aceptar que esa oscuridad forma parte de la esencia misma de la vida. Y que el hecho de llamarla oscuridad es solo el fruto del constructo mental que etiqueta todo y amolda la ontología a su conveniencia, no existiendo por tanto, lo bueno y lo malo.
Si en cambio, sostengo la premisa de la existencia del mal puro, podría postular la teoría de que existe una dualidad en todo ser que dependiendo de su entorno, su genética, su epigenética, la buena o mala suerte (y de la suerte también habría mucho que hablar) y cualesquiera otros factores que inclinen la balanza, harían que esa persona fuera buena o mala, como una simple expresión de un fenotipo (en términos metafóricos).
También veo oportuno meter en el saco bien-mal al mundo emocional. Que el flujo percepción-sensación-emoción-sentimiento altera o puede alterar por completo la realidad objetiva es una certeza. Que un mismo hecho puede ser experimentado por un observador como algo bueno mientras que otro lo ve como algo malo, pasa continuamente. El sesgo de confirmación, por ejemplo, es uno de nuestros mayores manipuladores y saboteadores. La alteración de los hechos reales por nuestra naturaleza profundamente emocional es algo de lo que es muy difícil escapar, causando dolor. Dolor que en la mayoría de los casos es innecesario pues con un estado de recta atención, no sucumbiríamos a estos procesos mentales. Si algo tengo claro, es mi condición de ignorante inquieto. Inquieto porque pese a mi ignorancia me empecino en intentar comprender nuestra naturaleza y el porqué de nuestra conducta. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? I don’t know my friend.
La vida es un camino de aprendizaje que nos ofrece infinitas posibilidades entre las que se halla el poder iluminar la oscuridad producto de una incorrecta atención. Parece fácil si no fuera porque la rectitud no es precisamente nuestro estado natural. La rectitud implica un estado de conciencia abierto y ecuánime que permite aceptar lo que acontece porque es la realidad. Y la gracia de todo esto, está en que la mayoría de las veces, esa realidad resulta trivial como para permitirnos entrar en estados emocionales contractivos.
Lo cierto y siendo sincero contigo, ya que dedicas este tiempo a leerme y el tiempo es el mayor activo que tenemos, es que no sé si todo lo dicho anteriormente es una gran incoherencia. Es posible que la realidad sea mucho más simple que el discurrir de la mente apabullante. Pero así es nuestra mente, o bueno, al menos así es la mía.
Betelgeuse.