La parábola del poderoso sempiterno

Imagina que tienes un gran poder

Vamos a hacer un ejercicio de imaginación y fantasía. Espero que, de niño, o de niña, pasaras grandes ratos imaginándote como a alguien fantástico, que hacía proezas y los demás niños lo miraban asombrados e incrédulos de lo que paradójicamente estaban constatando como real.

Esa clase de imaginación es la que quiero ahora.

Imagina…

Fantasea…

Sueña…

Imagina

Eres una persona muy poderosa

Cierra los ojos y siente todo ese poder en tus manos

Puedes hacer multitud de cosas, tomar decisiones que afecten a montones y montones de personas… Está en tu mano, en tu poder, hacer eso.

Comienzas haciendo pequeñas cosas, tímidamente. Luego, vas haciendo otras más y más grandes… 

Al principio tu intención es beneficiar a los demás mientras tú también te beneficias. Lo ves como una relación simbiótica.

Cuentas, además, con una cantidad impresionante de recursos, entre ellos, una vergonzosa cantidad de dinero. Dinero que no es tuyo y que, por lo tanto, no lo puedes perder, pero que, con él puedes hacer prácticamente lo que se te antoje.

La parábola del poderoso

Paulatinamente adquieres confianza, te creces y, de la timidez inicial pasas a la soberbia descarada.

Ahora ya, te da igual. Te mueres de risa si lo que haces molesta.

Te sacas un cuento inverosímil de la manga y lo sueltas y… jajaja… todo el mundo asiente feliz. O inventas cualquier ardid… Un conflicto entre distintos grupos de personas que tú, te apañas para hacer arder y que mientras, el humo de sus llamas te permita seguir haciendo lo que te plazca.

Curiosamente, esa ingente cantidad de dinero que tienes en tu mano proviene de toda esa muchedumbre… Si es que es para morirse de la risa (te dices).

Venías con un fondo deshonesto y corrupto. Pero se está alimentando día a día y la negrura te envuelve.

Jajaja, si ellos (la muchedumbre) se pelean entre sí para defenderte. Están  tan ciegos que podrían morir por el síndrome de la rana hervida.

Estás ya tan carente de vergüenza y moral que decides probar a ver qué pasa con un giro más hacia lo absurdo. Te dices «Ahora que sé hay mucha plebe pasando verdaderos problemas económicos, voy a superarme… Jajaja, voy a pagar a alguien para que lo que se diga en la sala donde decidimos cómo tomarle el pelo al populacho, lo traduzca al esperanto y luego, otra vez al idioma que todos hablamos aquí.»

Te apasiona comprobar cómo esa masa acrítica se divide por colores… «Yo soy azul» -dicen unos- «Yo rojo hasta la muerte» -contestan los otros-.

Esa es tu debilidad, te excita… Casi sufres una erección (o te humedeces), viendo como esa división aumenta tu poder porque… ¡Ay lo que no sabe la plebe!

¡Ja ja ja ja ja!

Lo que no sabe la masa ignorante, es que eres la misma cosa, el mismo ser. Que te encarnas en rojo o azul a lo largo del tiempo para vivir de esa masa ignorante.

A lo largo de los años, de los siglos, has ido ingeniándotelas para controlar la situación privilegiada que ostentas. Reconoces (con una traviesa sonrisa dibujada en los labios) que el miedo siempre te ha funcionado maravillosamente. Ay que joderse (te dices) esta gente se niega siempre a reconocer que morirá cuando menos se lo espere y por ello, es capaz de dejar de vivir mientras aún viven…

Si hay algo que te pueda inquietar es el hecho de que ellos son mayoría aplastante. Si algún día despertaran tu juego acabaría de inmediato. Pero… Sabes que es casi imposible.

Bien.

Así siente quien te gobierna, ayer, hoy y mañana.

 

Betelgeuse.

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